sábado, 19 de abril de 2014

EL VIA CRUCIS, RELATADO POR LA BEATA ANA CATALINA EMMERICH-QUINTA ESTACION



QUINTA ESTACION: JESUS ES AYUDADO POR EL CIRINEO.
 
Adoramos te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem, team redemisti mundum.

Llegaron a la puerta de una muralla vieja interior de la ciudad. Delante de ella hay una plaza, de donde salen tres calles. En esa plaza, Jesús,  al pasar sobre una piedra gruesa, tropezó y cayó: la cruz quedó a su lado, y no se pudo levantar. Algunas personas bien vestidas que pasaban para ir al templo, exclamron llenas de compasión: ``¡Ah! ¡El pobre hombre se muere!´´. Hubo algún tumulto: no podían poner a Jesús en pie, y los fariseos dijeron a los soldados: ``No podermos llevarlo vivo, si no buscáis a un hombre que le ayude a llevar la cruz´´. 

Vieron a poca distancia un pagano, llamado Simón Cirineo, acompañado de sus tres hijos, que llevaba debajo del brazo un haz de ramas menudas, pues era jardinero y venía de trabajar en los jardines situados cerca de la muralla oriental de la ciudad. Estaba en medio de la multitud, de donde no podía salir, y los soldados, habiendo reconocido por su vestido que era un pagano y un obrero de la clase inferior, lo llamaron y le mandaron que ayudara al Galileo a llevar su cruz. Primero rehusó, pero tuvo que ceder a la fuerza. Simón sentía mucho disgusto y repugnancia, a causa del triste estado en que se hallaba Jesús, y de su ropa toda llena de lodo. Más Jesús lloraba, y le miraba con ternura. Simón le ayudó a levantarse, y al instante los alguaciles ataron sobre sus hombros uno de los brazas de la cruz. Él seguía a Jesús, que se sentía aliviado de su carga. Se pusieron otra vez en marcha. 
Simón era un hombre robusto, de cuarenta años, sus hijos llevaban vestidos de diversos colores. Dos eran ya crecidos, se llamaban Rufo y Alejandro: se reunieron después a los discípulos de Jesús. El tercero era mas pequeño, y lo he visto con San Esteban, aún niño. Simón no llevó mucho tiempo la cruz sin sentirse penetrado de compasión.

PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA.
 
JESÚS, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.

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