miércoles, 17 de abril de 2013

A JESUS POR MARIA.



Mi Pan de cada día, mi Vida

Solo hay que tratar, probar eso de hacer lo que Jesús nos pide, cuando dice:
Vengan a verme al Sagrario, estoy solo, hay veces que nadie se fija en mi.

Aunque veamos solamente con los ojos del cuerpo, una casita chiquita, donde Jesús esta escondido, realmente está ahí.

Alguna vez se preguntaron, que si es como dice la mayoría de la gente, eso de: a Jesús lo podes tener con vos o rezarle cuando quieras, no hace falta ir a la Iglesia, no hace falta ir a la misa.
Entonces, mi pregunta es ésta, por qué Dios quizo quedarse con nosotros en las especies del pan y el vino?

Todos necesitamos un guía, alguien que nos indique por dónde ir, una compañía, un amor, un amigo, un tierno abrazo.

Y mi respuesta es la siguiente, solo hay que ir a verlo al Sagrario, pruébenlo no se van a arrepentir, hablen con Jesús y no solo para pedirle sino para decirle, hola Jesús cómo estas? acá estoy! Te quiero mucho, Te amo, Te necesito, ayudame a seguir.
Si podemos lograr vencer esos obstáculos que nos impiden acercarnos a nuestro Bien, si podemos vencernos a nosotros mismos vamos a encontrar la felicidad que tanto buscamos y la manera de hacerlo es por medio de nuestra Virgencita María, nuestra mamita.

Es verdad que a Jesús se llega por María y que a Dios se llega por Jesús, es totalmente cierto.

Si nos aferramos fuerte a la Virgen María, ella nos guía a Jesús. Solo hay que tratar. Estoy convecida  que el mejor regalo que nos hizo Jesús fue y es darnos a su mamá.

Él sabe muy bien que todos los niños necesitan una mamá y un papá, es por eso que a falta de padres terrenales, tenemos los papás del cielo, María y San José.

Una buena manera de acercarse a Jesús es ir a visitarlo al Sagrario.
Les propongo algo, una vez ahí, en el Sagrario, cerrar los ojos y hablar con Jesús de la manera que nos salga, con educación, con una reverencia.

Quizá le podemos decir:
Señor Jesús, hace mucho tiempo que no vengo, qué triste estoy Señor, qué mal me siento, Te necesito, por favor ayúdame ven a mi alma, sé que no soy digno, sé que ya casi ni me confieso y por eso te pido que vengas a mi alma espiritualmente, no sin antes decirte: Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido, Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí, pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido, propongo firmemente no pecar mas y evitar las ocaciones próximas del pecado. Amén.

Por favor, Señor, como no puedo recibirte sacramentalmente te ruego que vengas a mi alma y a mi corazón espiritualmente, y me gustaría que juntos podamos decir:
Tú conmigo, yo contigo, en ésta vida y en la venidera por medio de María tu madre, nuestra madre.

Alabado seas por siempre Señor en el Santísimo Sacramento del Altar y la Virgen concebida sin pecado original.

Les cuento que siento una gran paz cuando estoy con Jesús hablando y rezando en el Sagrario, hasta he llegado a tomar valor y dejando todos mis pensamientos de lado he ido a confesarme y después de la confesión no saben, no sé como explicarles, con qué felicidad puedo comulgar, qué felicidad poder recibir a Jesús en el sacramento de la comunión, qué paz llega al corazón, qué sensación de bienestar, después de eso ya no hace falta nada más y ni les cuento si pueden recibir a Jesús todos los días, es tan hermoso que no se puede dejar de hacer.
Uno ya no es uno, es un todo con Jesús, porque la soledad se transforma en mutua compañía, la tristeza, la desesperación, se van simplemente, ya no hay cabida para nada mas y no es que los problemas vayan a desaparecer mágicamente, eso es lo mejor, que los problemas siguen estando pero al estar con Jesús uno sale fortalecido, con el pecho hinchado de alegría, porque no se esta mas solo, porque hay alguien que me ama, hay alguien que me espera siempre, que me acompaña y hasta me guía y me dice cómo podemos resolver juntos esos problemas.

Beatriz.

 

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