OCTAVA ESTACION: JESUS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALEN.
Adoramos te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem, team redemisti mundum.
La escolta estaba todavía a cierta distancia de la puerta, situada en la dirección del sudoeste. Al acercarse a la puerta los alguaciles empujaron a Jesús en medio de un lodazal.
Simón Cirineo quiso pasar por el lado, y habiendo ladeado la cruz, Jesús cayó por cuarta vez. Entonces, en medio de sus lamentos, dijo con voz inteligible: ``¡Ah Jerusalén, cuanto te he amado! ¡He querido juntar a tus hijos como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, y tu me echas cruelmente fuera de tus puertas!´´.
Al oir estas palabras, los fariseos le insultaron de nuevo, y pegándole lo arrastraron para sacarlo del lodo. Simón Cirineo se indignó tanto de ver esta crueldad, que exclamó: ``Si no cesáis de insultarle suelto la cruz, aunque me matéis´´. Al salir de la puerta encontraron una multitud de mujeres que lloraban y gemían. Eran vírgenes y mujeres pobres de Belén, de Hebrón y de otros lugares circunvecinos, que habían venido a Jerusalen para celebrar la pascua. Jesús desfalleció; Simón se acercó a Él y le sostuvo, impidiendo así que se cayera del todo. Esta es la quinta caída de Jesús debajo de la cruz. A vista de su cara tan desfigurada y tan llena de heridas, comenzaron a dar lamentos, y según la costumbre de los judíos, le presentaron lienzos para limpiarse el rostro. El Salvador se volvió hacia ellas, y les dijo: ``Hijas de Jerusalen, no lloréis por mi; llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos, pues vendrá un tiempo en que se dirá: ``¡Felices las estériles y las entrañas que no han engendrado y los pechos que no han dado de mamar!´´.
Entonces empezarán a decir a los montes: ``¡Caed sobre nosotros!´´; y a las alturas: ``¡Cubridnos! Pues si así se trata al leño verde, ¿qué se hará con el seco?´´. Aquí pararon en este sitio: los que llevaban los instrumentos de suplicio fueron al monte Calvario, seguidos de cien soldados romanos de la escolta de Pilatos, quien al llegar a la puerta, se volvió al interior de la ciudad.
Simón Cirineo quiso pasar por el lado, y habiendo ladeado la cruz, Jesús cayó por cuarta vez. Entonces, en medio de sus lamentos, dijo con voz inteligible: ``¡Ah Jerusalén, cuanto te he amado! ¡He querido juntar a tus hijos como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, y tu me echas cruelmente fuera de tus puertas!´´.
Al oir estas palabras, los fariseos le insultaron de nuevo, y pegándole lo arrastraron para sacarlo del lodo. Simón Cirineo se indignó tanto de ver esta crueldad, que exclamó: ``Si no cesáis de insultarle suelto la cruz, aunque me matéis´´. Al salir de la puerta encontraron una multitud de mujeres que lloraban y gemían. Eran vírgenes y mujeres pobres de Belén, de Hebrón y de otros lugares circunvecinos, que habían venido a Jerusalen para celebrar la pascua. Jesús desfalleció; Simón se acercó a Él y le sostuvo, impidiendo así que se cayera del todo. Esta es la quinta caída de Jesús debajo de la cruz. A vista de su cara tan desfigurada y tan llena de heridas, comenzaron a dar lamentos, y según la costumbre de los judíos, le presentaron lienzos para limpiarse el rostro. El Salvador se volvió hacia ellas, y les dijo: ``Hijas de Jerusalen, no lloréis por mi; llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos, pues vendrá un tiempo en que se dirá: ``¡Felices las estériles y las entrañas que no han engendrado y los pechos que no han dado de mamar!´´.
Entonces empezarán a decir a los montes: ``¡Caed sobre nosotros!´´; y a las alturas: ``¡Cubridnos! Pues si así se trata al leño verde, ¿qué se hará con el seco?´´. Aquí pararon en este sitio: los que llevaban los instrumentos de suplicio fueron al monte Calvario, seguidos de cien soldados romanos de la escolta de Pilatos, quien al llegar a la puerta, se volvió al interior de la ciudad.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA.
JESÚS, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita
y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los
dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz.
Amén, Jesús.
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