Día primero
María ejemplo de acogida
En escucha de la Palabra: La Anunciación (Lc 1, 26,3)
Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin." María respondió al ángel: "¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?" El ángel le respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios." Dijo María: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y el ángel, dejándola, se fue.
Reflexión: Los evangelios empiezan presentando a María como mujer que acoge el proyecto de Dios: en disposición de oración. Ella escucha, medita, consiente y responde que "sí" a Dios que llama. En una palabra, acoge. Y esta acogida engendra en ella la Vida. "La Palabra se hizo carne".
Oración: Santa María, mujer que acoge, haznos tus imitadores e imitadoras, para que podamos engendrar cada día a Jesús, en cada situación de nuestra vida.
Santa María, mujer que acoge, enséñanos a meditar la Palabra de Dios como tú lo hacías, para que en cada momento de nuestra vida sepamos acogerla y nos dejemos guiar por ella.
Santa María, Flor del Carmelo, escucha nuestra oración.
Me comprometo a leer una página del Evangelio y a reflexionar sobre ella para tratar de descubrir lo que Dios quiere de mí en mi vida de cada día.
Flor del Carmelo
Viña florida
Esplendor del cielo
Virgen fecunda singular.
Madre tierna
Intacta de hombre
A los carmelitas
Proteja tu nombre
¡Estrella del mar!
Segundo día
María, espléndida en el servicio
En escucha de la Palabra: La Visitación (Lc 1, 39-45)
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!"
Reflexión: Tan pronto como recibe el anuncio del ángel, la Madre del Señor se pone en camino para saludar y ayudar a su prima Isabel, anciana, que espera un niño. El Evangelio nos dice que ella camina de prisa, para ponerse al servicio del que tiene necesidad. La Virgen no se enorgullece (no se le sube el anuncio a la cabeza) porque en Ella se cumplirá la esperanza de Israel, sino que, en la más grande humildad, marcha a prestar un servicio en las pequeñas y sencillas tareas del hogar.
Oración: Madre María, experta en el servicio, ayúdanos a comprender que siendo siervos los unos de los otros es como podemos ser verdaderos discípulos de tu Hijo.
Madre María, experta en el servicio, haznos capaces de estar siempre disponibles hacia aquéllos que cada día encontramos en nuestro camino.
Madre María, Viña florida, ayúdanos a adelantarnos con gestos de mutua caridad.
Me comprometo a prestar ayuda a las personas que están próximas a mí. Y, con el fin de imitar a la Virgen, trataré de ser más servicial con aquellas personas que me parecen que me son menos simpáticas.
Flor del Carmelo
Viña florida
Esplendor del cielo
Virgen fecunda singular.
Madre tierna
Intacta de hombre
A los carmelitas
Proteja tu nombre
¡Estrella del mar!
Tercer día
María, Madre que nos viste con su Escapulario
En escucha de la Palabra: El Nacimiento (Lc 2, 1-20)
Por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Mientras estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: "No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre." Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:
"Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace."
Cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Vamos a Belén a ver lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado." Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.
Reflexión: El evangelista Lucas nos transmite el gesto cariñoso y materno de María que envuelve en pañales al pequeño Jesús. Un gesto que toda Madre ha hecho, en señal de protección y de cuidado. También nosotros somos revestidos con el vestido de María, nuestra Madre y Hermana: a través del Escapulario Ella cuida de nosotros y nos protege. Nos envuelve con su manto para hacernos crecer fuertes y robustos en la escuela de su Hijo.
Oración: Virgen Madre, que envolviste en pañales a tu Hijo Jesús, enséñanos a ser siempre pequeños para nos dejemos "llevar en brazos" del buen Dios.
Virgen Madre, que envolviste en pañales a tu Jesús, ayúdanos a revestirnos de tu Hijo, para que seamos cada día signo del amor de Dios.
Virgen María, Esplendor del Cielo, cobíjanos a todos bajo tu manto.
Me comprometo a revestirme del Escapulario para testimoniar también externamente mi amor a Jesús y a María. Sobre todo quiero que el Escapulario me recuerde el vivir cada día en la escuela de Jesús, a ejemplo de María.
Flor del Carmelo
Viña florida
Esplendor del cielo
Virgen fecunda singular.
Madre tierna
Intacta de hombre
A los carmelitas
Proteja tu nombre
¡Estrella del mar!
Día cuarto
María, mujer contemplativa
En escucha de la Palabra: La visita de los magos (Mt 2, 1-12)
Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: "¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle." Al oírlo el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocando a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntaba dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: "En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel."
Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: "Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle." Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran a Herodes, se retiraron a su país por otro camino.
Reflexión: ¿Qué pensarían José y María viendo delante a estos hombres misteriosos que vienen de lejos para ver a Jesús? Sin embargo el Hijo de Dios se ha hecho hombre para todos, también para estos "lejanos". María lo entiende enseguida y también les muestra Jesús a ellos. María es la verdadera contemplativa, a saber, la que sabe ver la realidad con los ojos de Dios. ¿Y nosotros? ¿Somos contemplativos? ¿Conseguimos ver la realidad como Dios la ve? ¿Somos capaces de dar Jesús a las personas que encontramos, sean conocidas o no, connacionales o extranjeras, ricos o pobres?
Oración: Beata María, mujer contemplativa, enséñanos a conservar en nuestro corazón las situaciones de cada día para después empeñarnos en verlas con los ojos de Dios.
Beata María, mujer contemplativa, enséñanos a ver en aquéllos que encontramos el rostro de tu Hijo y a no hacer ningún tipo de discriminación
Beata María, Virgen fecunda singular, condúcenos a todos a Jesús.
Me comprometo a no juzgar a las personas que encuentro durante el día, sino a ver en cada una el rostro del Señor.
Flor del Carmelo
Viña florida
Esplendor del cielo
Virgen fecunda singular.
Madre tierna
Intacta de hombre
A los carmelitas
Proteja tu nombre
¡Estrella del mar!
Día quinto
María, Señora de la ofrenda
En escucha de la Palabra: La presentación en el templo (Lc 2, 22-32)
Cuando se cumplieron los días en que debían purificarse, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo le había revelado que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a las gentes y gloria de tu pueblo Israel."
Reflexión: Probemos a ser espectadores de este episodio: María, José y Jesús, una familia, que se dirige al templo para ofrecer el niño al Señor. Si queremos traducirlo en términos de nuestra cultura es algo como cuando la familia se prepara para llevar el niño al bautizo. Nos habrá sucedido muchas veces el tener que asistir a esta fiesta. Tratemos, sin embargo, de escudriñar el corazón de la Madre: ella ofrece a Dios con todo el corazón el Niño que ha nacido de Ella. ¿Somos capaces de imitarla en nuestra vida de cada día?
Oración: Hija de Sión, Señora de la ofrenda, purifica nuestro corazón para que pueda pertenecer por completo a Jesús.
Hija de Sión, Señora de la ofrenda, libera nuestros corazones, para que sin miedo puedan ser sólo de Su propiedad.
Hija de Sión, Madre tierna, haz nuestro corazón semejante al tuyo.
Me comprometo a despojarme de algo a lo que estoy muy ligado para donarlo a la persona que me es particularmente antipática, con el fin de imitar a la Madre del Señor que ha ofrecido su Hijo con corazón puro.
Flor del Carmelo
Viña florida
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Día sexto
María, infatigable buscadora de Dios
En escucha de la Palabra: El encuentro en el templo (Lc 2, 41-50)
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió los doce años, subieron como de costumbre a la fiesta. Al volverse ellos pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero, al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Al cabo de tres días le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron quedaron sorprendidos y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando." Él les dijo: "Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
Reflexión: María y José están angustiados por la pérdida de su Hijo Jesús. Se ponen en camino para buscarlo y lo encuentran después de tres días. También en nuestra vida, Jesús parece que se esconde y nos deja solos. ¿Y qué hacemos nosotros? ¿Nos desesperamos? ¿Nos volvemos hacia otros bienes? ¿O nos ponemos en camino para encontrar a Jesús y no perderlo jamás? María y José nos enseñan a ser buscadores de Dios, porque nos ha hecho para Él y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en Él. (S. Agustín)
Oración: Dulce María, infatigable buscadora de Dios, dadnos la misma fuerza que Tú has tenido para buscar a tu Jesús, que se había perdido en el templo.
Dulce María, infatigable buscadora de Dios, guía nuestros pasos para que en el camino de la vida podamos siempre seguir a Jesús, faro que ilumina.
Dulce María, Madre pura, sé Tú nuestra compañera en nuestro caminar hacia Jesús.
Me comprometo a orar más en los momentos en los que me parece que Jesús me haya abandonado.
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Día séptimo
María, Virgen de la escucha
En escucha de la Palabra: Dichosos los pechos que te amamantaron (Lc 11, 27-28)
Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: "¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!" Pero él dijo: "Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan."
Reflexión: Puede parecer que Jesús no dé importancia al papel de María, prefiriendo a sus discípulos. Sin embargo, si leemos bien el texto, notamos que Jesús elogia a su Madre. Ella es la mujer que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica en cada momento. Es una discípula atenta, que guarda en su corazón las palabras del Hijo y día a día la pone en práctica. Ella nos indica el camino para que también nosotros hagamos lo mismo, si queremos ser sus verdaderos devotos.
Oración: Madre Hermosa, Virgen de la escucha, abre nuestro corazón para que sepamos escuchar las palabras de tu Hijo.
Madre Hermosa, Virgen de la escucha, abre nuestro corazón y nuestra inteligencia para que sepamos escuchar las palabras de tu Hijo y las pongamos en práctica.
Madre Hermosa, pura de corazón, haznos fuertes en nuestros propósitos.
Me comprometo a escuchar la Palabra de Dios con mucha atención, cuando se proclama en la iglesia. Me comprometo también a escuchar a Dios que me habla a través de las personas que encuentro en el transcurso del día.
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Madre tierna
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Día octavo
María, al pie de la cruz
En escucha de la Palabra: Al pie de la cruz (Jn 19, 25-27)
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
Reflexión: Juan nos dice que junto a la cruz estaban María y Juan. María -la Madre-, Juan -el predilecto-. La Virgen Madre está en pié junto a la cruz: da fuerza a su Hijo para que llegue a la última hora. Este pasaje bíblico - muy grato al corazón de todo carmelita - nos enseña que en el momento del dolor no estamos solos. María y Jesús, están con nosotros. Y nos recuerda que el Señor, muriendo, nos ha hecho donación de su Madre como un precioso bien. Con nuestra vida, tratemos de ser agradecidos.
Oración: María, Madre al pie de la cruz, quédate junto a nosotros en nuestras cruces cotidianas para que, como Tú, sepamos estar en pie para aceptar y ofrecer nuestro dolor.
María, Madre junto a la cruz, abre nuestro corazón para que sepamos acogerte en todo momento el don que Jesús nos ha hecho al morir.
María, Madre que protege a todos sus hijos, sé nuestra guía en la vida cotidiana.
Me comprometo a acercarme a cualquier persona que sufre, física o espiritualmente.
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Día noveno
María, hermana en la comunidad cristiana
En escucha de la Palabra: Con María la madre de Jesús (At 1, 12-14)
Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que está próximo a Jerusalén la distancia de un camino sabático. Y cuando llegaron, subieron a la estancia superior, donde vivían, Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Zelota y Judas de Santiago. Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres y de María la madre de Jesús y de sus hermanos.
Reflexión: Jesús ha subido al cielo y la primera comunidad cristiana se encuentra reunida para orar. Con ella está también la Virgen María, como Madre y Hermana. También en nuestras asambleas, María ora con nosotros. Actuemos de manera que nuestra participación en el misterio eucarístico sea una participación alegre y llena de vida. Con nosotros está Jesús. Con nosotros está María, su Madre y la nuestra.
Oración: Santa María, hermana en la comunidad cristiana, sé tú también nuestra Hermana en nuestra vida y en nuestra oración.
Santa María, hermana en nuestra comunidad, siéntate junto a nosotros y reza con nosotros para que nuestra oración sea según el corazón de tu Hijo.
María, Estrella del Mar, Madre y hermana en el Carmelo, acógenos a todos bajo tu manto.
Me comprometo a contribuir en la animación de la celebración eucarística dominical de mi parroquia, para que sea un verdadero momento de gozo y de oración fraterna.
Flor del Carmelo
Viña florida
Esplendor del cielo
Virgen fecunda singular.
Madre tierna
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